martes, 20 de noviembre de 2012

Aporte simulado de alumnos hipotéticos al Seminario
Conforme las consignas dadas para esta actividad, nos proponemos, en primer lugar, formalizar el material clínico en bruto extraído de los videos de Cho – Seung Hui y de Jesús de Nazareth Busefi.  En segundo lugar, realizar una comparación sintética de la respuesta subjetiva de cada sujeto a los fenómenos psicóticos.
En abril de 2007, Cho – Seung Hui, joven estudiante de origen coreano, graba un video en el que explica las razones que lo llevaron a realizar, poco después de este registro, un asesinato masivo en el ámbito de su universidad. El análisis del discurso de casi dos minutos de duración –a pesar de la censura y de la edición del mismo por parte de la emisora que lo difundió – permite formular la hipótesis de que nos encontramos ante una estructura subjetiva psicótica desencadenada, conforme las referencias teóricas brindadas en este seminario. Desde el punto de vista de las categorías provenientes de la psiquiatría clásica, se trataría de un delirio alucinatorio crónico de tipo persecutorio basado en un síndrome de influencia. El joven denuncia ante la pantalla que “aterrorizan [su[ corazón y [su] alma todo el tiempo” y que “ [le meten] basura en la garganta”. Reconocemos en estas afirmaciones la escisión del yo correlativa de las alucinaciones psíquicas magistralmente descriptas por Baillarger y sistematizadas por Jules Seglas, de las que la variedad kinestésico verbal es su forma paradigmática: le meten basura en la garganta. Tal como lo precisara el gran semiólogo francés mencionado en último término, las experiencias referidas por el infortunado estudiante son compatibles con las alucinaciones psíquicas verbales, fenómenos que ostentan la siguiente envoltura formal: falta de atribución subjetiva y certeza de alusión. Estos rasgos fenoménicos son los que le permiten a Jacques Lacan, en sus desarrollos estructuralistas del período clásico, elevar tales manifestaciones clínicas al rango de signos de estructura. Efectivamente, más allá de la ideación delirante paranoide del muchacho, es el particular estatuto del fundamento del síndrome de influencia el que permite establecer el diagnóstico de estructura en tanto índice del mecanismo psíquico en juego, la forclusión del significante del Nombre del Padre.
En cuanto a la respuesta subjetiva, se trata de un trágico pasaje al acto psicótico a partir de una escasa elaboración delirante del síndrome de influencia. Ciertamente, el delirio no evidencia un perseguidor identificado, tal como se desprende del plural que utiliza en el video y del tenor  indiscriminado y en cierto sentido aleatorio de las ejecuciones.

Antes de comparar de manera sintética la dos formalizaciones, detengámonos brevemente en “Jesús de Nazareth” Busefi. Normando Anuar Busefi, paciente internado durante muchos años en el Hospital “Dr. Alejandro Korn” de Melchor Romero, no tanto por su “peligrosidad para sí y para terceros” como por su vulnerabilidad social, presenta -tal como se desprende claramente del profuso material que encontramos en su ciclo de videos- también una Psicosis Alucinatoria Crónica de Ballet, según la Escuela Francesa, o Parafrenia Sistemática de Kraepelin, según los taxones de la Escuela alemana. Este paciente nos confronta con una psicosis clínica en la que se ha construido un elaborado y detallado delirio mesiánico a partir de alucinaciones psíquicas verbales. Con elementos extraídos del imaginario político del país y del discurso religioso, la respuesta subjetiva de este “reencarnado” implica un nuevo yo delirante “Jesús de Nazareth…Busefi” con una misión redentora consistente en la transmisión del saber divino –de origen alucinatorio- y de una práctica ritual, un rezo neológico acompañado de fricción de las manos para “disolver las ondas negativas y alejar todo mal”.
Si bien en ambos casos, según la perspectiva psiquiátrica, arribamos al mismo diagnóstico, “psicosis alucinatoria crónica”, la clínica psicoanalítica da un paso más al interesarse por la singularidad de cada respuesta subjetiva no sólo como objeto de interés epistémico sino como terreno –a veces dramático- de una posible intervención. Las palabras de Cho – Seung Hui “No tenía que haberlo hecho y pude huir, pero no, ya no voy a correr” nos recuerdan que, tanto neuróticos como psicóticos, habitados por el lenguaje, ese “virus del espacio exterior" tal como lo definiera William Burroughs, tenemos un estrecho margen de elección frente al sufrimiento psíquico. La apelación al discurso religioso está presente en la respuesta subjetiva de ambos sujetos. Sin embargo, en un caso se articula a una misión de salvación por vía simbólica, mediante el uso de la palabra, y en el primero, a una redención por la violencia.  Este detalle diferencial, nos permite recordar que, ante el padecimiento del sujeto psicótico por un goce intrusivo insoportable, existe una intervención posible y es responsabilidad de  la clínica psicoanalítica no retroceder frente él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario